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En primera persona: Ruth Gabriel

Ruth Gabriel: “La Plataforma de Mujeres Artistas Contra la Violencia de Género ha solicitado la creación de observatorios de la violencia de la mujer”


Desde que interpretara a los nueve años a Ruth Abellán en la serie infantil Barrio Sésamo, Ruth Gabriel  ha demostrado su valía profesional a lo largo de una dilatada trayectoria artística que le ha valido la Concha de Oro y el Premio Goya a la Mejor Actriz Revelación, demostrando con ello su consagración en el mundo cinematográfico. Paralelamente al ejercicio de su profesión, la actriz gaditana desempeña una gran labor en defensa de los derechos humanos y, especialmente, en la lucha contra la violencia de género. Integrante de la Plataforma de Mujeres Artistas Contra la Violencia de Género, manifiesta de forma activa su solidaridad con los problemas sociales más preocupantes del momento

Ruth Gabriel
FOTOGRAFÍA: Luis Mariano Martínez Calvo

“Siempre he sentido los temas sociales a flor de piel”

Mi profesión me ha permitido entrar en contacto con otras culturas y países, muchas veces, por desgracia, menos favorecidos que los nuestros. Con diecinueve años viajé a Colombia con ocasión del rodaje de una película y allí entré en contacto con los niños colombianos y sus realidades. Fue entonces cuando empecé a ver cosas que no deberían ser así.

Como hecho anecdótico, puedo contar que durante mucho tiempo me venían preguntando si era feminista, a lo cual siempre respondía con un rotundo “no”. Pero es que en mi esquema familiar el feminismo no tenía sentido, y digo esto porque yo he tenido la suerte de tener un padre y una madre que se han encargado de sus hijos con un cincuenta por ciento de responsabilidades. Por lo tanto,  yo me he criado igualmente por un hombre que por una mujer. Es lógico, por tanto, que pensara que las diferencias por razones de sexo eran algo absurdo.

Sin embargo, cuando mis obligaciones profesionales me hicieron salir del núcleo familiar y comenzar a viajar y a conocer algo más el mundo, fui plenamente consciente de lo que había alrededor.

Hoy por hoy, en pleno siglo XXI, observo unos atrasos que yo no he visto en mi casa. Más bien, todo lo contrario.  El mío ha sido un hogar en el que ha reinado el respeto del hombre hacia la mujer, y viceversa; el respeto hacia la persona en sí.

Sin embargo, posteriormente, ya como profesional, he notado su ausencia por parte de muchas personas.

Ya en las escuelas es notoria la escasez de referencias que se hacen a mujeres relevantes que han existido a lo largo de la Historia, frente al alto porcentaje de personajes masculinos que se citan y estudian. Esto es un claro síntoma de que algo no funciona.

Quién sabe, por ejemplo, que la primera programación que se hizo en el mundo (en el campo de la informática) se la debemos a Ada Lovelace (Ada Augusta Byron King)… Y como ella, muchísimas otras mujeres ilustres han permanecido ocultas tras las sombras porque se les ha negado la importancia que han tenido. Y este desinterés por la obra femenina ha permanecido a lo largo del tiempo.  Sin ir más lejos, mi madre, que es escritora, no tiene el mismo tratamiento ni la misma relevancia siendo mujer que siendo hombre,  y eso es algo que me empieza a preocupar.

En cuanto al maltrato, hay una cosa que me ha chocado mucho: comprobar que mucha gente cree que esta lacra es meramente una cuestión cultural. Nada más lejos de la realidad, puesto que existen miles de casos de mujeres con una educación exquisita y altísimos niveles culturales que han sufrido maltratos tanto físicos como psíquicos.

Por lo tanto, es incierto que la violencia hacia la mujer dependa meramente de cuestiones culturales. Yo misma estoy conociendo mujeres con una cultura maravillosa, ostentando puestos increíbles, y con una entereza estupenda que, sin embargo, no se han dado cuenta de que han estado siendo maltratadas durante años, hasta que un día tocan fondo y, por fin, comprenden que realmente están viviendo situaciones insostenibles.

Ésta es una de las cuestiones que yo creo que están mal planteadas. La gente piensa que las mujeres maltratadas pertenecen normalmente a una clase social muy baja, con pocos estudios, con una cultura insuficiente… En absoluto. Todos podemos ser víctimas en cualquier momento de los malos tratos. Ninguna de nosotras somos inmunes. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme por qué mujeres tan maravillosas pasan por el trance de los malos tratos y los soportan con resignación.

En el polo opuesto, me encanta admitir que el hombre también está cambiando. Está costando mucho, y no son tantos los hombres que se miden en la misma balanza que las mujeres, pero estamos ante una nueva realidad. Existen  pequeños síntomas indicativos de que las cosas están cambiando. Un ejemplo lo encontramos en los aeropuertos. En ellos, hace años encontrábamos zonas públicas para que las mamás pudieran cambiar a los bebés. Estos servicios se prestaban únicamente en los baños de mujeres. Hoy los encontramos en espacios neutros. Son detalles que parecen insignificantes, pero que realmente dicen mucho. Nos muestran cómo actualmente los hombres se están involucrando más.Y necesitamos de esos hombres, puesto que esta lucha no la podemos llevar a cabo desde un solo flanco. He de recalcar que ésta no es una lucha de mujeres frustradas, sino que hay hombres que necesitan también su equilibrio y su derecho a poder tener unos sentimientos que les han sido negados.

“La Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género actúa en situaciones, en países y en temas donde el asunto del género supone un problema”

La problemática por cuestiones de género puede adoptar muy diversas manifestaciones, y desde la Plataforma deseamos cubrir los máximos aspectos posibles. Por este motivo, bajo la bandera de la defensa de nuestra causa, solemos trasladarnos a otros países. Se trata de viajes totalmente diferentes, con destino a lugares tan distintos entre sí como Palestina, Guatemala o el Sáhara. No obstante, en todos ellos hay un denominador común: la mujer como víctima absoluta de ciertas circunstancias sociales, políticas, culturales, etc.

Ponemos nuestro punto de mira en la mujer como una persona que se ve envuelta en los conflictos y que no tiene voz ni voto; la mujer excluida, la que no es nada, la mujer como botín de guerra (pues en muchas guerras se les viola como símbolo de triunfo). Y cuando se está intentando sobrellevar la lucha por la supervivencia de un país, los problemas de la mujer se convierten en algo minoritario. Ante los problemas de todo un país en conflicto, los asuntos relativos a la mujer se desestiman en grandísima medida. Sin embargo, ésta vive la victoria y la frustración en sus carnes.

Podemos decir que nuestra Plataforma se adapta a las circunstancias. En cada sitio, los requerimientos son diferentes. Por ello, en algunos lugares hemos solicitado un observatorio de la violencia de la mujer; en otros, lo que se ha pedido ha sido la imposición de la presencia femenina en la sociedad y en otras ocasiones se ha luchado por la visibilización de las reivindicaciones femeninas. El mundo está muy dividido culturalmente y, por mucho que se respeten las culturas, lo que tratamos fundamentalmente es de visibilizar y empoderizar a la mujer.

Los medios de comunicación son una parte imprescindible en nuestra lucha y, al ser artistas, las componentes de la Plataforma tenemos las cosas más fáciles, en el sentido de que gracias a nuestras profesiones se nos abren amplias y valiosas vías de acceso a la sociedad. Cuando hablo de “sociedad”, me refiero también a los gobiernos, pues, por supuesto, desde la Plataforma llevamos a cabo negociaciones políticas e incluso a nivel de organizaciones. Puedo decir, por tanto, que la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género constituye un magnífico vehículo encargado de trasladar nuestras ideas, proyectos y reivindicaciones a los medios de comunicación. Nuestra relación con ellos es muy estrecha, hasta el punto de que incluso llevamos prensa a nuestros viajes para que actúen como testigos de lo que se está viviendo y lo que está ocurriendo en el mundo, para que todo salga a la luz.

“El Gobierno nos apoya”
Afortunadamente, puedo decir que hemos recibido muchos apoyos políticos y hemos tenido la oportunidad de trabajar conjuntamente con el Gobierno; me refiero tanto al PP como al PSOE, porque finalmente estamos hablando de temas humanitarios. De algunos partidos  recibimos más apoyo que de otros en diferentes momentos, pero en definitiva, todos ellos cooperan en una u otra medida.

En otras ocasiones, hemos trabajado con los distintos ministerios. A veces hemos trabajado con el Ministerio de Asuntos Exteriores, otras veces, con el Ministerio de Igualdad, etc. Es decir, recurrimos a unos u otros en función de los temas que abordemos.

Por suerte, esta cooperación también la encontramos en países extranjeros, puesto que necesitamos apoyo en los países que visitamos. En este sentido, el papel que desempeñan las embajadas es fundamental.

En ocasiones se frivoliza con nuestra imagen. No obstante, como mujeres artistas que somos, los hilos que movemos son muy serios, y gracias a nuestro trabajo se obtienen logros muy importantes. En nuestra búsqueda del cambio y del equilibrio mezclamos muchos elementos, desde lo político hasta lo social o lo lúdico (muchas veces lo lúdico constituye el bálsamo más efectivo). Me refiero, por ejemplo, a situaciones de conflicto.

Para las personas que están formando parte de esta Plataforma,este tipo de apoyo constituye algo muy gratificante, puesto que, a mi juicio, no hay nada peor que ver las cosas que están pasando ahí fuera y estar de brazos cruzados sin poder hacer nada.

El nuestro es un trabajo duro. Cristina del Valle es la fundadora y presidenta de la Plataforma y Mª Dolores Bañón es la vicepresidenta. El resto de miembros vamos turnándonos en cuanto a las  funciones que desempeñamos. Yo, por ejemplo, en estos momentos me encargo de las labores de coordinación de actrices y de textos (para recitales y demás).

“Los grandes logros se obtienen poco a poco…”

Para mí, lo más importante es el día a día, los pequeños logros, el decir “por esto no paso”. O en mi caso, por ejemplo, el escoger unos textos en lugar de otros.

Últimamente he estado participando en el programa La Ventanay La Ventana de Verano, de la Cadena SER. El programa gira en torno a tertulias sobre literatura. En él lo hemos pasado muy bien. Carlos Carnicero es una persona a la que adoro, que está muy comprometido también con los temas de la mujer. No obstante,  por estar comprometido no esconde sus opiniones y las expone libremente. Ambos solíamos debatir acerca del tratamiento que se le ha dado a la mujer en la literatura a lo largo del tiempo. Y en una cosa estábamos de acuerdo: muchos genios de la literatura han escrito maravillas en las que, no obstante, el tratamiento que se hacía de la mujer dejaba mucho que desear.

Se han creado textos preciosos en los que, sin embargo, la mujer se humilla ante el hombre y acata sus deseos sin vacilación. Son escritos que consideramos genialidades, pero que tenemos que saber hasta qué punto están divinamente escritos.

Por lo tanto, el lector razonable ha de tener en cuenta que en muchos casos se encuentra ante textos exquisitos, pero con contenidos no del todo aceptables.

Deberíamos hacer un buen uso del arte, pues éste tiene una parte abstracta que llega al alma de una manera especial. Tiene el poder de la sintonización  con el pueblo, con la gente. Yo vivo pensando que el arte tiene un enorme poder de concienciación, pues de otro modo, no podría desempeñar mi trabajo con la misma satisfacción. Sin embargo, por mucha luz que arroje el arte en todas sus facetas, es fundamental la existencia de otro tipo de apoyos. Me refiero, por ejemplo, a las leyes.Es preciso que éstas se cumplan.

Y sobre todo, necesitamos educación, pero una educación desde el principio. Es decir, ya desde niños deberíamos ir adquiriendo ciertas doctrinas y enseñanzas fundamentadas sobre la base del respeto. En este sentido, y como parte de esta enseñanza, he de hacer referencia a la incuestionable importancia que ostentan los medios de comunicación como elementos que ejercen un impacto sobre la población y que pueden influir en las actitudes.

A mí, personalmente, me gustaría que se implicaran en mayor medida tanto las cadenas de televisión, como los productores y demás agentes relacionados con los medios audiovisuales, teniendo en cuenta el enorme potencial que tienen como canales de difusión.

“En la película Malamuerte interpreté a una mujer maltratada”

En la película Malamuerte interpreté el personaje de Paula, una mujer que sufre en su piel la lacra del maltrato. Su padre maltrataba a su madre y, de pronto, empezó a abusar también de ella, tanto física como sexualmente. El espectador se adentra en el conocimiento de un personaje con mucha angustia y lleno de oscuridades que, por sus experiencias vitales, posee la capacidad de entrar en contacto con el dolor más profundo que se pueda sentir. Para prepararme el papel, me fue muy útil la experiencia de muchas mujeres a las que he conocido a través de la Plataforma.

Hubo una secuencia absolutamente improvisada durante el rodaje en la que di rienda suelta a toda esa información que tenía en mi memoria y en el subconsciente. En esta escena trabajé mucho la sensación producida por los  muchos testimonios que había recibido por parte de mujeres que habían sufrido malos tratos. Ninguno corresponde al que yo inventé en ese momento, pero empecé a sentir muy claro ese sufrimiento que me habían transmitido, y así lo expresé en aquel instante. De este modo, pude recrear una historia absolutamente posible. Estoy segura de que la historia que yo termino contando ahí no va a ser ajena, por desgracia, a muchas mujeres.

Fue muy fructífero para mí representar el personaje de Paula, puesto que ese papel me puso al límite de muchas situaciones. No obstante, no es la historia que a mí me gustaría oír. Lo bueno son las historias de las supervivientes, de las mujeres después de haber vivido en lo más profundo…

A parte del físico, hay otro tipo de maltrato, que es el psicológico.Estamos de acuerdo en que no se te agrede físicamente, pero si lo sufres, puedes llegar a morir igual.
Hoy puedo enorgullecerme de haber conocido mujeres que han salido de situaciones límites; mujeres íntegras, fuertes, enteras, profesionales; que enseñan, que dan, que reciben, que son, que viven… Saber que eso es posible, a mí me da esperanza en la vida en general, en el ser humano y en su poder de recuperación, de supervivencia, de llegar más allá y de encontrarse a sí mismo. Esto para mí supone un regalo absoluto.

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