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ROSA SENSAT, un intenso trabajo en la vanguardia de la educación: vida, Escuela del Bosque y legado (1873-1961)

ROSA SENSAT, un intenso trabajo en la vanguardia de la educación: vida, Escuela del Bosque y legado (1873-1961)

Rafael Guerrero Elecalde, Doctor en Historia en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), dedica su principal línea de investigación a las élites gobernantes de la España del Antiguo Régimen. Desde 1998 participa en grupos de investigación adscritos a la Universidad del País Vasco, así como en otros de carácter internacional. Asimismo, ha presentado los resultados de sus trabajos en diversos foros nacionales y extranjeros. Ha sido colaborador del Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia y actualmente es miembro del Consejo de la revista argentina “Prohistoria”.
Dirige LAUR Documentos, una empresa dedicada a ofrecer servicios de investigación histórica a toda clase de público: familias, empresas, investigadores, etc., con productos orientados a sus necesidades (biografías, genealogías, búsqueda documental, historia familiar, de empresas, etc.). Su premisa: “La Historia al alcance de todos”.

Una vez más volvemos a publicar en nuestro blog sobre La Mujeres en la Historia, y otra vez contamos con la colaboración del educador Miguel Ángel Hierro. Esta vez nos ha ayudado a conocer una persona que, aunque no es demasiado conocida por el gran público, es una figura clave para entender el devenir de la pedagogía catalana y española del primer tercio del siglo XX.

Se trata de Rosa Sensat i Vila, una educadora vinculada a la escuela pública y a planteamientos de la “Escuela Activa” (cada niño debe desarrollar sus capacidades personales al máximo, para integrarse a la sociedad y aportar lo valioso de su individualidad para transformarla), así como a una educación próxima a la naturaleza. Dentro de su ideario afirmaba, al igual que Manuel Bartolomé Cossío, ahijado, compañero y sucesor de Francisco Giner de los Ríos, “la mejor escuela es la sombra de un árbol”.

Nació en 1873 en El Masnou, en la comarca del Maresme barcelonés. Cuando contaba con nueve años falleció su padre, Jaume Sensat, capitán de corbeta, y tanto ella como su abuela y su madre Josefa Vilá (que estaba embarazada) pudieron subsistir haciendo bordados, encajes de bolillos y puntillas. Resulta un tanto curioso que Clara Campoamor tuvo que vivir solamente unos años después unos acontecimientos similares.

Con doce años se matriculó en el Colegio Barcelonés y comenzó a prepararse para los exámenes de la Escuela Normal (institución educativa encargada de la formación de los maestros de escuela). Al no tener recursos para alojarse en Barcelona, la directora del Centro, Ángela Vallés, la alojó en su casa, convirtiéndose así en su mentora. Esta relación fue estrechándose a lo largo del tiempo, hasta tal punto que años más tarde la propia señora Vallés se iba a convertir en su suegra.

A los quince años ya era maestra superior, por lo que comenzó a trabajar en la escuela de su localidad natal. Mujer inquieta, no se conformó con lo logrado y siguió estudiando para ganar más oposiciones. Primero, una plaza en la escuela de párvulos de Gerona y, posteriormente, viajó a Madrid junto a su madre para obtener el título de profesora en la Escuela Central de Magisterio. Con todo ello, regresó a Gerona para ejercer en dicha plaza hasta 1896.

Poco después, consiguió una plaza en la escuela de párvulos de Madrid, ciudad en la que residirá durante cuatro años, entrando en contacto con el grupo de la Institución Libre de Enseñanza. Fue así como conoció a Francisco Giner de los Ríos, lo que también le llevó a mostrar interés por sus planteamientos humanistas; el ser humano ha de ser educado en todos los aspectos intelectuales y en contacto con la naturaleza para su completa realización.

En 1901, se trasladó a Alicante para realizar otra oposición, y con ella consigue una plaza en la Escuela Normal. Mientras ejercía como profesora de Ciencias, se casó con David Ferrer, quedándose poco después embarazada, por lo que decidió renunciar a dicho puesto para trasladarse a Barcelona, donde entró a formar parte de una escuela pública de niñas de dicha ciudad.

En su vuelta a Cataluña, Rosa Sensat comenzó una intensa labor divulgativa y de aprendizaje. En múltiples foros se decidió a explicar y difundir sus propias experiencias educativas, así como de nuevas corrientes pedagógicas, que entonces se abrían camino con fuerza. En 1912, fue becada por la Junta de Ampliación de Estudios y visitó experiencias de vanguardia en diversos países europeos como Bélgica, Suiza y Alemania. De este modo, entró en contacto con pedagogos de gran influencia, como Decroly (en la Escuela del Ermitage) o Claparede (en el Instituto Jean Jacques Rousseau). Estos autores, junto a los Froebel, Ferriere, Montessori, Piaget… se convertirán en referentes claros en los planteamientos educativos de Sensat.

Por esos años, el Ayuntamiento de Barcelona tomó la iniciativa de poner en marcha las Escuelas del Bosque, adscrita a las ideas de la Nueva Escuela y al movimiento higienista, que estaría inspirada en la escuela berlinesa Waldschule de Charlottenburg y las Open Air Schools inglesas. En esencia, en estas instituciones se hacía hincapié tanto en la salud y la educación física como en la Pedagogía Activa, muy alejados a los planteamientos pedagógicos tradicionales: el niño debía ser el centro del sistema educativo, vértice sobre el que se basará la educación, entendiendo su conocimiento y el respeto de su personalidad y de sus derechos y poniéndole en contacto con las formas de la vida, la naturaleza y el trabajo humano. Se plantea una escuela al aire libre, donde los libros son importantes pero aún lo son más las propias experiencias, transmitiendo una gran pasión por la naturaleza convirtiendo los espacios exteriores en un aula de aprendizaje. En resumen, se trata de un planteamiento que persigue una educación integral que trabaja en pos de un crecimiento de la personalidad (cognitivos, sensoriales, sociales, físicos artísticos, espirituales…) en contacto con la naturaleza.

Promovida por los concejales barceloneses Pedro Corones e Ignasi Iglesias, decidieron nombrar a Rosa Sensat directora de las Escuelas del Bosque, ejerciendo como tal desde su fundación, en el 8 de mayo de 1914, hasta 1930. Su experiencia en esta escuela la dejó plasmada en su libro “Hacia una Nueva Escuela”.

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Desde un principio fue una obra puramente municipal, sostenida con fondos comunales. Entonces, los hombres de todos los partidos le prestaron su apoyo con entusiasmo, y se formó una comisión consistorial que quedó encargada de los primeros trabajos; pero más tarde, ya con idea de substraerla a los vaivenes de la política en lo sucesivo, y con el objeto de atraerse la simpatía y colaboración de todas las clases sociales, se puso en manos de una comisión autónoma y mixta de concejales y vecinos, en la que figuran artistas y escritores, representantes del comercio y de la prensa; la «Comisión de Colonias escolares y Escuelas de Bosque».

La escuela se situó en Montjuic, en un parque de gran belleza rodeado de jardines y manantiales. Fue un espacio privilegiado para el desarrollo de este proyecto educativo: ideal para juegos y actividades al aire libre, además disponía de espacios cubiertos para resguardarse del mal tiempo.

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Se dividió en dos secciones: una de niños y otra de niñas, que funcionaban separadamente, aunque con un plan común y unidad de organización. Se limitó a cuarenta el número de plazas de cada sección, treinta y cinco gratuitas y cinco de pago. No debieron ser menores de siete años ni pasar de diez y, para ser admitidos en la escuela, hubieron de someterse a examen facultativo que acreditara no padecer ninguna enfermedad propiamente dicha y convenir a su salud el régimen al aire libre; y justificar los primeros que las condiciones económicas de sus padres no les permitió sufragar los gastos de educación en la Escuela.

La edad que se fijó para la salida fue la de doce años, pudiendo, por lo tanto, llegar a permanecer en la Escuela durante cinco años, si el alumno ingresaba a los siete de edad. La asistencia fue obligatoria, debiendo presentar certificado de las faltas por enfermedad, y se dio de baja al alumno que, sin causa justificada, dejara de asistir más de veinte días durante el curso. La estancia en la escuela fue desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde, en invierno, y hasta las cinco y media en los meses de verano.

 

Este proyecto educativo gozó de un importante respaldo institucional, así como del apoyo de importantes intelectuales y artistas barceloneses de entonces. Así se refleja en julio de 1916, cuando “con gran solemnidad se ha efectuado en la Escuela de Bosque del Parque de Montjuich el homenaje al escultor D. José Llimona, acordado por la Comisión de Colonias Escolares y de Escuelas de Bosque y por el Ayuntamiento por haber cedido aquel eminente artista el hermoso grupo escultórico ‘Amor a la infancia’, instalado en la glorieta situada enfrente de la citada Escuela”.

Los actos fueron presididos por el alcalde de la ciudad y asistieron, además del homenajeado, el diputado a Cortes, Giner de los Ríos, el presidente y vocales de la citada comisión gestora de la escuela, un representante del delegado regio de la Primera Enseñanza, el primer teniente alcalde del ayuntamiento junto con algunos concejales, el secretario y “el secretario accidental”, así como otras personalidades.

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Sin embargo, la carrera de Rosa Sensat no finalizó en las Escuelas del Bosque. En 1931, ya durante la República, el jefe de la asesoría de cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Manuel Ainad, le propuso dirigir el Grupo escolar Milá y Fontanals, en el Distrito Quinto, uno de los barrios más desfavorecidos de la ciudad. Aunque dudó en abandonar la Escuela del Bosque, que estaba funcionando con gran éxito, se decidió por aceptar la propuesta de trabajar a favor de los niños y niñas más pobres. De esta manera, con casi 60 años y ya viuda, se lanza al reto de construir una nueva escuela pública y democrática para todos sin distinción, y de calidad.

La llegada de la Guerra Civil afectó extremadamente a todos los planteamientos y trabajo desarrollado, llegando a producirse un bombardeo en la escuela. Al final del conflicto militar, Rosa Sensat fue considerada “roja y separatista” por las autoridades del bando vencedor y no volvió al colegio, dirigido a partir de ese momento por una directora adscrita al nuevo régimen político.

Entonces, Rosa decidió jubilarse y lejos de que el franquismo reconociera su labor pedagógica por las niñas y niños de Barcelona, una Comisión Superior Dictaminadora de expedientes de depuración le negó en diversas ocasiones la paga de jubilación. Falleció en 1961.

Si bien la dictadura ninguneó su obra educadora, hubo pedagogos que en la clandestinidad quisieron difundir y dar valor a la labor de Rosa Sensat. Así, por ejemplo, en 1965, Marta Mata (hija de Ángels Garriga, discípula de la propia Rosa) promovió un curso en el que varios maestros asistieron por las tardes (después de su trabajo) para debatir sobre problemas pedagógicos y discutir sobre su legado.

Este grupo, formado por maestros que habían conocido la República, se denominó Escuela de Maestros Rosa Sensat. Se trató de una corriente diferente, no sólo por estar enmarcada en la clandestinidad, sino también por la riqueza pedagógica que ofreció. En ella, los maestros trataron sobre su propia experiencia, siendo ésta una de sus más importantes aportaciones pedagógicas y convirtiéndose en germen de lo que hoy conocemos como “Formación Permanente”.

A partir de 1980, con la vuelta de la democracia en España y con la restauración de la Generalitat de Cataluña, la Escuela de Maestros salió de la ilegalidad y pasó a denominarse Asociación de Maestros Rosa Sensat. Continuaron con sus planteamientos iniciales, pero adaptándolos a las demandas una sociedad actual. Actualmente, siguen organizando cursos y seminarios y editan dos revistas promocionadas: “Perspectiva Escolar” (desde 1974) e “Infancia” (desde 1980).

También Rosa Sensat fue una pionera del feminismo en España, defendiendo abiertamente que “el problema de las mujeres era un problema de educación” (Conferencia sobre la Educación Femenina, 1916) y apostando por la racionalización de las asignaturas consideradas femeninas apoyando la transformación de la educación de las niñas. Igualmente, fue la directora pedagógica del Instituto de Cultura y Biblioteca de la mujer, espacio educativo y cultural dirigido por mujeres, creado en Barcelona en 1910.

En este aspecto, trató de realizar una revolución a favor de los derechos de la mujer, pero sin desafiar demasiado al sistema imperante. Quiso conjugar los viejos y nuevos valores para formar a una nueva mujer culta, activa, socialmente comprometida y a la vez buena madre de familia.

Rosa Sensat escribió dos libros en los que resume gran parte de su planteamiento pedagógico hacia las mujeres: “Las Ciencias en la vida del hogar” (1924) y “Cómo se enseña la economía doméstica” (1927), en los que entendía una “preparación práctica y consciente para las tareas de la casa” y “una formación completa de la mujer para la vida de la familia” (González-Agapito, 1989). Desde su punto de vista, la enseñanza doméstica tenía una gran importancia reafirmando su intención de preparar a las niñas como futuras amas de casa.

Como plantea Esther Cortada, el planteamiento feminista de la autora puede resultar chocante con la manera de enfocar aspectos coeducativos actuales, pero es necesario situarse en el primer tercio del siglo XX. Rosa Sensat partía de la constatación de que “mientras no cambien los principios sociales, los quehaceres domésticos son incumbencia de la mujer”.

Ése será el motivo de que trate de acercar a las niñas al mundo de la ciencia a partir de sus intereses y conocimientos previos (lo que hoy llamaríamos aprendizaje significativo), preparándolas para desempeñar sus futuras ocupaciones. De este modo, reivindicaba el gran valor del trabajo doméstico y así avivar el sentimiento de dignidad, fundamental para convertirse en una mujer en el más elevado sentido de la palabra.

Fuentes: Cortada Andreu, Esther (2005). “Rosa Sensat i Vilá. Devoción por la naturaleza”. “Treinta retratos de maestras. Madrid. Cisspraxis; Cortada Andreu, Esther. Rosa Sensat y Vilà. Una Ciencia de la Vida en una escuela como el hogar. Biblioteca Virtual de Investigación Duoda (9 de julio de 2013); Cossío Manuel B., «El maestro, la escuela y el material de enseñanza», Boletín de la Institución Libre de la Enseñanza, XXX, 1906, pp. 258-265 et 289-296; González-Agapito, Josep (1989). Rosa Sensat i Vila, fer de la vida escola. Barelona, Rosa Sensat/Edicions 62; Sensat, Rosa (1929). Como se enseña la economía doméstica. Publicaciones de la revista de Pedagogía. Madrid; Sensat, Rosa (1934). Hacia la nueva escuela. Publicaciones de la revista de Pedagogía. Madrid; Sensat, Rosa (1998). Las ciencias en la vida del hogar. Barcelona, Altafulla (reedición del original de 1923; La Ilustración Artística, num. 1803, Año XXXV, Barcelona, 17 de julio de 1916; Mi revista. Enciclopedia del Hogar y de las Escuelas, Año IX, num. 103, octubre 1919; http://www.martamata.cat/unescocastella.pdf; https://www.youtube.com/watch?v=5js0WCq1Jkc

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