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NO a comer con prisas

Las rutinas han cambiado y las vicisitudes de la vida moderna llegan también a nuestra mesa sin apenas darnos cuenta, hasta que un día caemos en la cuenta de que quizá no estamos dando a la hora de comer la importancia que se merece.

No comer con prisas

No comas con prisas
FOTOGRAFÍA: Ry Young

Es muy normal que la mujer actual trabaje y tenga mil asuntos que le ocupe el día: los horarios de trabajo, relaciones con la familia, cita con el médico, tareas domésticas, y en muchos casos… los niños. Esta aglomeración de obligaciones puede llevar a querer exprimir el máximo tiempo posible y aprovechar cada minuto para hacer todo lo que tenemos previsto. ¡Pero no sacrificando nuestras comidas!

Comer rápido es muy perjudicial para el organismo, pudiendo provocar problemas digestivos, trastornos en nuestro peso y un largo etcétera. Por lo tanto, es hora de que echemos el freno a esta situación y nos planteemos tomarnos más en serio nuestra alimentación.
Te vamos a dar unas cuantas pautas para que la hora de comer no sea un momento más de estrés, sino todo lo contrario:

– Desconéctate del estrés, el trabajo y las prisas, y procura concentrarte en este maravilloso momento del día.

– Come junto con el resto de tu familia. Durante la comida se estimula la comunicación, pudiendo reforzar incluso los vínculos de unión entre los miembros del núcleo familiar. Puede ser un momento ideal para charlar relajadamente.

– Haz un pequeño ritual que te servirá para ir adquiriendo la sana costumbre de comer adecuadamente. Para ello, tómate tu tiempo para preparar una mesa muy atractiva que invite a sentarse. Coloca los platos y vasos, cubiertos, jarras, frutero y servilletas. Cuando esté lista, la verás tan bonita que querrás disfrutar de ella.

– Establece unos horarios fijos y procura respetarlos al máximo. Ponte, además, un tope de tiempo mínimo que deberás permanecer en la mesa. Esta especie de auto-obligación cada vez lo será menos, hasta que lo hagas sin darte cuenta.

– Nada de comer de pie o levantarte repetidamente. Otro de los beneficios de poner bonita la mesa es que tendrás a mano todo lo que vas a necesitar durante tu comida. ¡Ni se te ocurra levantarte para realizar otras actividades simultáneamente o hacer llamadas de última hora! Si puede esperar, retrásalo hasta después de comer.

– Come ordenadamente: primer plato, segundo plato y postre. No te saltes ninguno de ellos porque, si sabes hacerlo bien, todos ellos son complementarios y te aportarán los nutrientes y energías que necesitarás para afrontar el resto del día.

– Mastica bien los alimentos. Hazlo con tranquilidad, mientras saboreas cada bocado. La comida es un placer y debes disfrutarla como tal. Además, triturar bien los alimentos en nuestra boca facilitará y favorecerá el proceso digestivo. Alterna con agua o zumos de frutas.

– Una vez hayas finalizado, reposa un mínimo de treinta minutos antes de volver a la actividad. Con ello también facilitarás la digestión.

– Organiza tu agenda de manera que dejes libre la hora siguiente después de la comida. Así evitarás sentirte nerviosa o presionada por obligaciones urgentes.

 

 

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